LA NOCHE MÁS ORIENTAL XII
( capítulo duodécimo )
Por añadidura, siendo yo niño de orden y lógica, en la bendita noche de los reales magos de un año de anteantaño tuve una experiencia preternatural. La pared de mi cuarto se iluminó y me invadió una emoción profunda. Era una luz tan hermosa como la de un atardecer de otoño. La luz se convirtió en un bienestar tan absoluto que me desbordó de contento y me hizo comprender los asuntos de la Antigüedad. Al final tomó la forma de una cascada velada por organdí. Me dormí lleno de paz y armonía como si estuviera unido a la naturaleza de las cosas. De todas las cosas.
Sumido en tal iluminación, una fuerza interior me dijo que, pasadas las brumas del invierno, debía intentar conocer el mundo subterráneo de nuestro barrio, de manera que consiguiera llegar al colegio sin pisar aceras ni cruzar calles, entonces adoquinadas. Es decir, sin salir del mundo oculto, verdadera cuarta dimensión de lo que está ahí pero no vemos, de igual forma que una sola hoja de árbol puede ocultarnos la luna.
Ese mandato era de un hondo tan profundo que vislumbrar no pude su principio. Probablemente su origen se agotaba en mí mismo, igual que el corazón late por sí mismo y la mente piensa por sí misma. Cumplí el mandamiento en marzo siguiente y su relato pertenece a otro futuro escrito, pues en éste deseo renunciar a lo esencial para agarrarme a las pequeñas cosas que comparecen de mi pasado. Sólo puedo añadir ahora que, siendo invierno, la voz interior me decía que tras las nubes siempre está la primavera y que en primavera es bueno no olvidar que vuelven los inviernos y que debajo de la luz existe un mundo ciego. Ciego sí, mas lúcido y preciso. Como el rayo del amor o coup de foudre, según en qué idioma se mire.
Tus escritos provocan Coup de foudre en mi mente, me llevan a mis propias oscuridades de estaciones reflexivas donde se esconden mis mundos esos que no tienen puertas fáciles pero si porticos con candados que poseen aberturas mágicas para aquellos que logran combinar las palabras precisas y dan con el sortilegio adecuado.
ResponderEliminarBesos caballero que la luz del verano se refleje en tu sonrisa
¡QUÉ BIEN APOSTILLAS MIS PEQUEÑAS MEMORIAS! A VECES PIENSO QUE, SI MI PLUMA ENMUDECE, TÚ PODRÍAS CONTINUARLAS...NO ES FÁCIL PENETRAR EN INTERNO SECRETO DE OTRO SER...TÚ SABES HACERLO.
ResponderEliminarEN FIN, QUE TE DOY UN ABRAZO DE GRATITUD.
Este capitulo Manuel, me ha llegado al alma de los sentimientos más puros y místicos, de un muchacho soñador y fantástico, que traspaso la barrera de lo natural, y llego al conocimiento de lo lo sagrado y lo místico formando parte del todo, en su imaginación de niño sonador.
ResponderEliminarPreciosa historia , un besos y un abrazo para ti de MA ,querido amigo.
Molan las fotos que pones, pequeñas pero chulas.
ResponderEliminarUn saludo
¡MUCHAS GRACIAS!...ELLAS DICEN QUE EL TAMAÑO NO IMPORTA...
ResponderEliminarQue bonito, me he quedado llena de esa luz de tu relato.
ResponderEliminarLo bueno siempre ocurre en Pascua, es un toque maravilloso, fijate que causalidad yo naci un 27 de Marzo.
Un calido abrazo
¡MUCHAS GRACIAS, QUERIDA MARI ÁNGELES! A VER CUÁNDO NOS MARCAMOS OTRA ENTRADA AL ALIMÓN...ABRAZOS
ResponderEliminarDIVINA MARIAN, LA LUZ ES LO IMPORTANTE, SOBRE TODO LA INTERIOR Y LA DEL BRILLO DE TUS OJOS...ABRAZOS
ResponderEliminarManuel eres un seductor nato jejeje
ResponderEliminarBesazo dulce almíbar
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