TRES MUJERES
Sheela me regalaba plantas que cuidaba primorosamente en su ático de la calle Ibiza. Sin ascensor, subía los siete pisos, a pata, escaleras arriba. Comíamos, nos besábamos y hacíamos la siesta. Desde su cama vislumbrábamos la capa del cielo de Madrid.
Yo preguntaba si nos pasaba algo. Ella siempre decía:
− Nada.Era pequeña, dulce y culta. Rubia, pecosa y con unos pechos sin vuelta de hoja. Mandaba reportajes a la BBC de Londres. Tenía un perro grande que vivía en el parque de El Retiro, como yo por entonces.
Nos gustaba comer en los restaurantes económicos que había en el barrio. Sólo nos intoxicamos una vez, y lo resolvimos con dieta de agua y limón.
Aquella siesta le hablé de otra mujer. Sheela me dijo:
− Tú no tienes por qué elegir.
La otra, que era Rita, tenía otra opinión:
− Aclárate. O ella, o yo.
Conté el asunto al otro ángulo de nuestro cuadrángulo, que era Marisa. Ella me miró en azul:
− No es tu problema. Es de ellas. Y mío.
Yo no sabía que también el asunto era un problema para Marisa, quien vino de un colegio de monjas de Cáceres a vivir Madrid “la nuit”. Tuvo sus días de gloria como modelo y actriz de anuncios y esas cosas. Luego pasó a la revista y a los cafés-cantantes, de ahí al topless, para terminar ganando buenos cuartos como cocotte de constructores y promotores inmobiliarios.
Marisa se compró un pisazo en un edificio rehabilitado en la calle Bárbara de Braganza y un mal día me despidió por teléfono diciendo que yo había sido su gran amor, pero que ya estaba bien de joder por el morro. Así, como suena. Y todo porque se había traído del pueblo a una sobrina, para servir en su casa, que estaba de toma pan y moja. Por lo visto, la criatura dijo a su tía que yo la miraba en demasía. ¡Qué error, qué inmenso error!
( el óleo es...¡de Picasso! y se llama...¡Tres mujeres! )
Me encanta cuando una mujer dice, "has sido el gran amor de mi vida pero, ¡a hacer puñetas muñeco!"
ResponderEliminarHay hombres que no dejan demasiada huella... y además se encuentran con mujeres inteligentes.
Besos sarcásticos.
¡QUÉ QUIERES QUE TE DIGA, QUE TÚ NO SEPAS, NIÑA MARÍA! A VECES SIENTO QUE LA BELLEZA SE VA CUANDO YO LLEGO A ELLA...¡NO SÉ, NO SÉ!
ResponderEliminarMe gusta como las mujeres somos capaces de dejar fuera de nosotras hasta nuestros propios amantes
ResponderEliminarMis besos
QUERIDA 4OAÑERA:
ResponderEliminarA MÍ TAMBIÉN ME GUSTA ESA CAPACIDAD DE MUJER, SIEMPRE Y CUANDO EL AMANTE DESPEDIDO NO SEA YO.
BESOS Y CARIÑOS.
Manuel tres mujeres juntas para mimar es una locura maravillosa , pero son demasiadas de una en una mejor,a no ser que sean la amiga la amante y la esposa.
ResponderEliminarUn abrazo de MA para ti.
Cómo me gusta la pintura de Pablo!
ResponderEliminarEspecialmente las disntintas tonalidades de rojos sobre el azul.Genio indiscutible!!!
Cuántas mujeres al mismo tiempo, Manuel!!!
La sobrina imaginó que la mirabas demasiado... debiste aclarárselo a su tía.
Aunque ... ella ... tal vez ya lo sabía.
Abrazos.