LA GORDA DE LAGASCA 53
( foto del autor )
En el restaurante La Trainera me cuentan que el edificio de la calle de Lagasca número 53 está sometido a un expediente de declaración de ruina, cuyo detonante final fue la caída, a plomo, de una señora que vive en el primer piso, cuando estaba sentada en la taza del retrete. No se sabe si en trance de aguas mayores o menores.
Testigos presenciales aseguran que la dama, que pesa 140 kilos de los de báscula alemana, apareció, in púribus y encastrada en su inodoro, en mitad del local de la Droguería Ponce, en ese momento atestada de clientes, por ser mediodía. Cayera por su propio peso o fuera debido a la ley de la gravedad, es el caso que la vecina fue hospitalizada.
Despachada la cena, salgo del restaurante y héteme aquí que encuentro cortado el tráfico de la propia calle de Lagasca por obra y gracia de dos coches patrulla de la Policía Municipal, dos ambulancias del Samur tamaño king size y un camión del cuerpo de bomberos, dotado de un largo brazo articulado. Muchos balcones abiertos en los edificios colindantes y una nube de vecinos curioseando.
Pregunto a Juan, el guardacoches de la casa de comidas, pues no huelo a chamusquina, ni veo desprendimientos de cornisas, inundaciones, terremotos u otros fenómenos tipo tsunamis. Me explica que la señora gorda está siendo ascendida hasta su piso, de vuelta del hospital, en la cubeta que remata el brazo del coche de bomberos. Me descoyunto de risa y me pierdo la parte final de la operación, esto es, la contemplación de cómo los esforzados bomberos consiguieron introducir a la gorda por el balcón de su casa sin producir destrozos y sin intercesión de los dioses.
( Botero )
Me gustaría que el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid rindieran cuentas públicas del coste total de la curación y ascensión de la oronda señora, teniendo en cuenta que las horas nocturnas de los policías municipales, bomberos, y equipos del Samur deben ser extraordinarias. Exijo un informe detallado del Ministerio del Interior sobre si esta dedicación especial, por parte de las fuerzas de seguridad del Estado y de los servicios de protección ciudadana al caso milagroso de la jamona de Lagasca, puso en riesgo a la población de la Villa de Madrid. Digo yo que si tal número de efectivos están dedicados a elevar a una gorda, será porque no están atendiendo a sus naturales obligaciones de evitar atracos, violaciones u otras menudencias.
Oséase, que si la gorda quiere seguir engordando, debe procurarse ayuda sobrenatural y no gastar dinero de los contribuyentes.
A la hora de subir este relato al blog, me llegan nuevos datos sobre la prodigiosa aventura y desventura de la gorda de Lagasca número 53.
El primero es que el peso de la gorda va subiendo. Ya no se habla de 140 kilos si no de 150 ó 160, lo que aporta consistencia a la historia. El segundo, que añade verosimilitud, es que no fue el brazo articulado del coche de bomberos quien finalmente depositó a la gorda en su piso, sino la fuerza bruta de cuatro hercúleos bomberos quienes la subieron, en tresillo de tres plazas, por las escaleras del inmueble semi-ruinoso.
A mí me divertía más la inserción aérea de la gorda vía balcón y brazo mecánico-bomberil pero, si mal no recuerdo, en mi anterior crónica expresaba dudas sobre la factibilidad técnica de la operación. Y digo factibilidad porque Manuel Seco me lo autoriza. También comparabilidad, ambos derivados sustantivos correctamente formados de sus adjetivos correspondientes, esto es, factible y comparable.
Normalmente leo tus comentarios (salvo honrosas excepciones) con una sonrisa en los labios; hoy he de confesar que en varias ocasiones me has hecho más que sonreír.
ResponderEliminarGracias por alegrar mi espíritu en una noche de agotamiento en la que al entrar aquí me dolían hasta las pestañas.
María, ¡cosas del barrio! Esperemos que la "Asociación de obesos irredentos" no me lleve a la cárcel de papel...
ResponderEliminarTen cuidado con las oblondas, mira que si se enfadan son capaces de derribarte el Blog, jaja...
ResponderEliminarUn abrazo
¡Taty, corazón, no des ideas, no! Apelemos al sentido del humor/amor...
ResponderEliminarsaludos a la sebosa dama, allí donde esté.
ResponderEliminar¿En la calle de Lagasca nº 53 quizás?
ResponderEliminarMe ha causado gracia esta... anécdota.
ResponderEliminarImagino la caída estrepitosa de la dama y el alboroto.
Pero... cuidado, amigo Manuel!Hay gente que sufre mucho porque no puede dominar su sobrepeso y se siente discriminada.
Admiro las redondeces de muchas personas que poseen una piel siempre lozana y rasgos de notable belleza en su fisonomía.
Vale tu cuota humorística!
¡Gracias Carmela! Conste que he preferido siempre las curvas antes que las líneas rectas.
ResponderEliminarTodo mi respeto y solidaridad para las personas víctimas de su metabolismo endocrino. De niño me encantaban las "pelis" de Stand Laurel y Oliver Hardy.
Creo que poco a poco voy creciendo porque mientras leía todas sus exactas y detalladas explicaciones sobre los recursos utilizados, personal dispuesto para que esta señora ascendiera a su piso a través de la ventana, pensaba: tendrían que pasarle la factura, como cuando hay un incendio provocado que más tarde los bomberos pasan los gastos de toda la operación para que sean reembolsados...
ResponderEliminarCoincido con usted, no se debe llegar a estos extremos, los médicos/enfermeras del centro de salud, como forma de prevención ya controlan y revisan mensualmente a las personas con problemas de obesidad y demás, por tanto, me parece cierta dejación por parte de esta señora... (pobrecilla, tendrá sus problemas, no cree? para que este yo criticando su peso y actitud...). Ustede me ha animado a cuestionar a esta mujer...
Agradable lectura como siempre.
saludos
un besillo, aquí escondido, debajo de la despedida.
Yo no sé si esta situación es irrisoria o lacrimógena porque mientras la señora llora de dolor, los clientes del establecimiento lloran de risa. Y ahora imaginemos por un momento que semejante bomba llega a caer donde tú estabas comiendo, sencillamente Manuel, se te corta la digestión o en el peor de los casos perdemos un amigo escritor.
ResponderEliminarLemaki, otro aspecto de esta edificante historia lo constituye el asunto de la declaración de ruina de ese inmueble. Lo cierto es que el expediente administrativo estaba atascado y fué la señora que descendió por la ley de la gravedad quien lo desatascó "velis nolis". Otro besillo al trebolillo...
ResponderEliminarLoli,querida princesa eunatera: ¡Las dos cosas! Se trata de una tragicomedia o de un melodrama cómico. El asunto es que la parte de tragedia le tocó a la señora gorda,mientras que la cómica la "disfrutaron" los asombrados testigos. ¡Qué regalitos nos caen del cielo!
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