Terca luz
( Daria Werbowy por Cass Bird ) De la terca luz su postrer fulgor reúno. Cautivo y descompuesto en oros y malvas y esmeraldas, el fulgor apenas vela mi ánima de ambarinos linos. Tal vez fuera piadoso que esa luz de luz se recogiera en un solo haz de domésticas volutas, polvo de libros, y así el niño que queda apenas tuviera otra encomienda que limpiar las celdillas de mi memoria. Mas... ¡qué va!... la impía luminiscencia no ceja Hasta derribar el nido de mi cama. Quiebra el rayo por el cristal herido y rompe en topacios y opalinas y cárdenas turmalinas que a danzar invitan al hombre antiguo y a la mujer nueva. Bailamos tres, el hombre solo, la mujer que llega y el eterno niño. Peces fusiformes chocan, mecánicos, sus bocas en minerales besos de estéril cortejo; mil cristales bermellones revientan las paredes cotidianas de mi egocéntrica guarida. ¡Inclemente luz que a su albedrío administra las sombras! Tarde quita claridad y el ocaso abate los colores y gem