Sin pijama y sin recuerdos (capítulo noveno)
( el autor en La Habana, interrogado por una amable policía )
Me despierta una azafata. Sus ojos relucen más que el sol. Hemos llegado a La Habana.
Dos funcionarios de inmigración me ahorran los trámites de aduanas y demás vainas. Se ve que ha funcionado el fax del comisario Gumersindo Morales, y de qué manera, porque un coche de servicio oficial me deposita en el Hotel Nacional.
Me desazona que ahora se llame Hotel Hilton Nacional, pero prefiero callar como un cartujo. Siguen los obsequiosos detalles de bienvenida y recibo alojamiento en la planta de huéspedes ilustres. En la misma habitación de siempre. En la número 804.
Enciendo la tele y mi corazón empieza a fibrilar. Está pronunciando un discurso, retransmitido en directo, el presidente de la República de Cuba, ciudadano Fulgencio Batista junior. Se le saltan las lágrimas cuando recuerda la figura de su egregio abuelo, el sargento Batista ¡Qué angelito!
Desde recepción me ruegan que atienda a dos señores de la policía política. Así lo hago en el bar de la veranda del jardín. Empieza un interrogatorio sobre mi grado de amistad con el ex dictador comunista, el mayor de los hermanos Castro. Los polis tienen mucho interés en recibir información sobre el relato de mi tercer encuentro con Fidel y otras menudencias, tales como mi idea sobre si, en la etapa final del paraíso del proletariado, el sistema de libre mercado será pecado venial o mortal.
Me dan a elegir entre presentarme mañana y tarde en sus oficinas para proseguir sus averiguaciones o llevarme inmediatamente de vuelta al aeropuerto, que ahora es privado y se llama “Aeródromo del General Batista y Cía. S.A”. Ofrecen pagarme un pasaje para donde guste y no cobrarme las tasas habituales, amén de un pasaporte cubano de conveniencia.
La duda ofende y el hombre con agujeros en la memoria, pero con instinto de supervivencia, elige el plan B.
En el aeropuerto, a mi demanda, me entregan un billete de los caros para Caracas.
¡Señor, Señor, sucede que, desde que desperté, no paro!
Dos funcionarios de inmigración me ahorran los trámites de aduanas y demás vainas. Se ve que ha funcionado el fax del comisario Gumersindo Morales, y de qué manera, porque un coche de servicio oficial me deposita en el Hotel Nacional.
Me desazona que ahora se llame Hotel Hilton Nacional, pero prefiero callar como un cartujo. Siguen los obsequiosos detalles de bienvenida y recibo alojamiento en la planta de huéspedes ilustres. En la misma habitación de siempre. En la número 804.
Enciendo la tele y mi corazón empieza a fibrilar. Está pronunciando un discurso, retransmitido en directo, el presidente de la República de Cuba, ciudadano Fulgencio Batista junior. Se le saltan las lágrimas cuando recuerda la figura de su egregio abuelo, el sargento Batista ¡Qué angelito!
Desde recepción me ruegan que atienda a dos señores de la policía política. Así lo hago en el bar de la veranda del jardín. Empieza un interrogatorio sobre mi grado de amistad con el ex dictador comunista, el mayor de los hermanos Castro. Los polis tienen mucho interés en recibir información sobre el relato de mi tercer encuentro con Fidel y otras menudencias, tales como mi idea sobre si, en la etapa final del paraíso del proletariado, el sistema de libre mercado será pecado venial o mortal.
Me dan a elegir entre presentarme mañana y tarde en sus oficinas para proseguir sus averiguaciones o llevarme inmediatamente de vuelta al aeropuerto, que ahora es privado y se llama “Aeródromo del General Batista y Cía. S.A”. Ofrecen pagarme un pasaje para donde guste y no cobrarme las tasas habituales, amén de un pasaporte cubano de conveniencia.
La duda ofende y el hombre con agujeros en la memoria, pero con instinto de supervivencia, elige el plan B.
En el aeropuerto, a mi demanda, me entregan un billete de los caros para Caracas.
¡Señor, Señor, sucede que, desde que desperté, no paro!
Es encantador leerte
ResponderEliminarcapítulo a capitulo
como una buena novela por entregas
¿Y no lleva pistola, ni porra ni nada?, te lo pregunto porque nunca he estado en Cuba.
ResponderEliminarBesos
Buenoooo esto va ser un tour turístico/recreativo
ResponderEliminarMe muerdo las uñas esperando próxima entrega
Besotes fin de semana
Que rejuvenecido estas querido Manuel!!
ResponderEliminarAcabo de leer la novela "Llueve en la Habana" de Jose Luis Muñoz y es como si hubiera ido de viaje a esta ciudad tan particular y calurosa.
Encantada de leerte y de verte aunque sea por foto.
Un abrazo
¡Te felicito! Es una visión muy acertada
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias querida amiga María Teresa!
ResponderEliminarVamos a ver, mi querida María, ¿acaso ignoras que la policía secreta no lleva distintivos?
ResponderEliminarBesos y gracias.
Millones de gracias, querida 40añera, ya sabes que, un servidor, en cualquier momento le pega un bajonazo a la historia y descansamos todos, que hace mucho calor... Besos
ResponderEliminarMarianGardi: ¡Cuánto tiempo sin verte, Luisa Fernanda! El verde rejuvenece y la ausencia de barba también. Muchisimos besos
ResponderEliminarEn esta cita con tus letras diré lo que dice M. Teresa en la primera línea de su comentario: Encantador leerte, ya que estoy bien de acuerdo con ella.
ResponderEliminarNo he leído los anteriores capítulos versiones, he de volver para aprovecharlos todos. Bueno, ya me he organizado otra cita con tus letras para las entras que no son actuales.
:)
Esa ironía marca de la casa, que sigue inasequible a todos los desalientos. Muy bueno.
ResponderEliminarSaludos blogueros
Al elegir el plan B ya veremos en el siguiente capitulo en que desenlaza el plan B, miedo me da, pues el personaje sigue perdido, o lo van ha perder de nuevo. Esta historia se pone interesante a esperar el siguiente capitulo...con su trama y desenlace.
ResponderEliminarBesos de MA y feliz fin de semana.
Bueno, para Caracas.
ResponderEliminarViene movida la cosa. Claro que yo le recomendarìa llevar un arma.
Un abrazo.
Hay que ver que amistades tan importantes tienes... y yo que te hacía un hombre sencillo...
ResponderEliminarTres o cuatro besos ( uno de cada Kayla, en estos momentos están rebeldes y no sé cuántas son).
Voy a sacar unas fotos del Nacional, en tu honor y unos comentarios de un escritor que hace rato, tengo ganas de mencionarle. Eres imparable
ResponderEliminarAy, es verdad Manuel, que era de la secreta (va a ser verdad lo que dicen mis hijos de que estoy mayor).
ResponderEliminarPero si yo fuera policía secreta llevaría una pistola en el bolso o en la liga o algo, por si las moscas.
Besos
A María escribo:
ResponderEliminar¡No me digas,que se me caen las ligas!
A Eduardo, reencontrado después de mucho tiempo, le abrazo como a hermano pródigo...
ResponderEliminar¡Gracias, Andri Alba! Amable y bella persona...
ResponderEliminarPues sí, querida MA, está más perdido que el hijo de Lindergh...Abrazos y besos
ResponderEliminarAgrupo en mi agradecimiento a José Antonio y al Gaucho, que me voy de vuelo a una obligada visita hospitalaria...Abrazos fraternos
ResponderEliminarKayla, amor, me pregunto yo...¿No sería mejor que tuvieras más personalidades y hace nunca me faltarían besos...? No es vicio, es que me convienen...Bien à vous.
ResponderEliminarBelkys, buscaré esas fotos y esa reseña...¿en tu blog, supongo? Gracias
ResponderEliminarEl que anda perdido no es el personaje, soy yo, que ya no sé ni en que año vivo.
ResponderEliminarHola Manuel, un gusto visitar tu blog. Muy interesante. Estoy tratando de seguir la pista de toda la secuencia de Sin pijama y sin recuerdo.
ResponderEliminarA veces ya no se si es realidad o ficción.
Felicidades.
Abrazos.
Muy interesante tu escrito. Un placer conocerte y seguirte. Muchas bendiciones, me quedo para seguir deleitandome!!
ResponderEliminarCarlos Galeon, no te desanimes...para mí la confusión es creativa...¡Gracias, profesor! Abrazos
ResponderEliminarEse giro a la Historia está genial (en cuanto tema literario). A ver qué cosas le van a pasar en Caracas. Te sigo, te sigo.
ResponderEliminarY te abrazo.
¡Gracias Tania! Mañana publico, espero mi vaina caraqueña...Te espero, te espero...y te beso
ResponderEliminarManuel:
ResponderEliminarme gusta la historia, siempre nos sorprendes con la trama. quiero saber què cosas le van a pasar en caracas¡
abrazos