Y se armó el belén para la noche más oriental II
(con mis hermanos mayores) Capítulo segundo El montaje del nacimiento coincidía con el mismísimo día veintidós de diciembre, cuando salía el gordo de la Lotería, premio que nunca cayó en casa, aunque mi padre murió convencido de que algún año nos tocaría. Pensaba que para ello era menester comprar un número completo, con todas sus series. Nunca lo hizo al considerarlo gasto excesivo. Por eso no le cayó el premio gordo. Por no asumir el riesgo de tan elevada inversión. Así aprendí que no hay beneficio sin riesgo. Es la base de la economía capitalista, para bien o para mal, que yo no termino de ver las dulces perfecciones del mercado regido por la codicia en estado puro ¡Así nos va! Instalar el tablero de madera sobre el armazón de caballetes que lo sostenía, ir a la Plaza Mayor a comprar musgo fresco y a reponer alguna figurita descabezada, coja o manca, era rutina bien entretenida, bonita y barata. Los muñequitos eran de barro y sus extremidades estaban asegurad