Momentos perfectos de una vida
(Marie-Christine. Foto tomada por mí en nuestra aurora feliz)
Lo suyo conmigo y lo mío con ella, lo nuestro, fueron dos años de “amour fou”, que me curtieron cuerpo y alma. No soy capaz de desvelar aquí el modo o la manera ni el por qué se extinguió aquel volcán. Lo tengo escrito en un relato que guardo bajo siete llaves en el alma, dentro de mi almario.
Mujer‑pasión, Marie-Christine era más vulnerable de lo que ella y yo creíamos. Su sensualidad mediterránea estaba a medio camino entre Argelia y Alicante, con parada y fonda en las Antillas francesas. Venía de reponerse de otra historia de amor que no me contó, con buen criterio. Lo supe mucho después, por boca de otra persona que no me quería bien, o peor aún, que era simplemente una cotilla malintencionada. Y tuve celos retroactivos.
Jugamos a ser eso que hoy se llama pareja estable y fuimos enormemente felices y desgraciados, todo en junto. Marie-Christine no consiguió terminar de desarraigarme con mi parte frívola y malamente burguesa, pero... hizo lo que pudo y más.
Marie-Christine encarnaba la dignidad y la decencia. En medio de un Madrid cutre y garbancero, con olor a berza y a churros mal fritos, constituía la más codiciada presa para el nutrido club de los señoritos cazadores de gacelas de importación. Ella se mantuvo íntegra, en medio de tanto depredador de vía estrecha que campaba a sus anchas por la terrible estepa castellana. Con cuatro perras en el bolsillo, o sin ellas, a vueltas con el pago del alquiler y lo demás, y mal comiendo en restaurantes llamados económicos, con riesgo de contraer salmonelosis en el comedor o ladillas en el baño.
Trabajando mal pagada, sin contratos ni seguridad social, siempre bella, siempre elegante de espíritu y de maneras, Madrid perdió un gran fichaje el día en que, doctorado bajo el brazo, regresó a su tierra democrática y civilizada. A la dulce Francia.
Gracias a los dioses, hace no mucho tiempo, pude, cara a cara que no cuerpo a cuerpo, explicarle a Marie-Christine lo hasta entonces inexplicado y arreglar entre nosotros el ayer común. Eso es lo que trae el otoño. Buscas paz, serenidad y saldar cuentas contigo mismo, con tu pasado y con los seres que te han hecho tal y como eres. Iluminarte e iluminar, si puedes lo primero y te dejan lo segundo.
Nos escribimos con el cariño que deja un gran amor inconcluso pero no extinto. Con permiso de la diosa Marie-Christine, reproduzco en facsímil una de sus notitas llenas de la claridad suave del oriente de plata:
Es reconfortante saber que el amor además de loco y ciego es civilizado y se comporta con buenas formas y educación exquisita.
ResponderEliminarSaludos.
En contra de lo que me sucede con el armario, no soy partidaria de salir del almario sino más bien de dejar entrar en él. Supongo que hace falta mucha madurez para practicarlo, incluso (o quizá especialmente) con quienes comparten nuestra cotidianidad. Besos.
ResponderEliminarEstas cosas te hacen crecer.
ResponderEliminarSon cicatrices de la vida.
Y mejor tenerlas, que no llevarlas.
Un abrazo.
Bonita historia,bonita mujer¡
ResponderEliminarBess
Bella persona, bella hembra. La de historias que nos contaron y dimos en creernos nos han conformado en lo que ahora somos. Ahora toca rehacerlas lo mejor que podamos y sepamos para llevarnoslas en el mejor estado posible a la tumba. Bs.
ResponderEliminarBella historia de amor... Momentos perfectos de una vida ... momentos para recodar y guardar en el corazón ...ese amor nunca muere...vive en el recuerdo de los dos.
ResponderEliminarGracias Manuel por compartir tus vivencias y tu sentir de alma, en este espacio amigo de letras.
Besos de MA.
Feliz fin de semana.
Felicidades a ella, por ser como era y como seguirá siendo.
ResponderEliminarFelicidades a ti, por ser como eres y guardar su recuerdo en el almario. Buen lugar.
Felicidades conjunta por, saber y querer hablar de tiempos pasados con ese cariño y respeto.
Las cosas hermosas deben quedar entre los pliegues del corazón.
No se suele entender.
Aunque estoy lejos de casa y desconectada, no he podido resistir.
Besos a los dos.
Saludos a todos.
yo te sigo feliz en este espacio tan bello...precioso trabajo,ERES UN ESCRITOR !
ResponderEliminarmuchas gracias,por compartir,gracias
un abrazo
lidia-la escriba
blog actualizado
ESTA HISTORIA RETRATA UNA PARTE DE MI PASADO,HAY UNA MUSA EN EL RECUERDO ,QUE HACE MI LATIR MAS VELOZ DE VEZ EN CUANDO
ResponderEliminarAMORES INCONCLUSOS,ES EL NOMBRE PERFECTO QUE TE QUITA ALGUN QUE OTRO SUEÑO
GRACIAS POR COMPARTIR ESTA HISTORIA,ME HA TRAIDO GRATOS RECUERDOS
UN ABRAZO
"Buscas paz, serenidad y saldar cuentas contigo mismo, con tu pasado y con los seres que te han hecho tal y como eres. Iluminarte e iluminar...."
ResponderEliminarBella historia.Y bella mujer.Gran mujer!!!
Hay recuerdos que nos iluminan .Y ...si!!!Somos como somos gracias a seres que mucho y bien nos amaron.
Abrazos.
Recordé... así ...¡ de sopetón! unos versos de Poldy Bird:
ResponderEliminar"No me prometas quererme
por toda la eternidad.
No importan amores largos....
Importa su intensidad..."
Tiene relación con la duración de tu historia de amor con Christine.
Mucho me gustó.
Un abrazo.
Querido Manuel:
ResponderEliminarMe enternece este recuerdo del amor que hubo entre vosotros...
Pura belleza por dentro y por fuera esta mujer.
Un beso nostálgico ( o dos).
Llega un momento en la vida que hay que recapacitar acerca de los momentos vividos, e intentar quedar en paz con uno mismo remendando algún viejo roto en la tela de nuestra existencia.
ResponderEliminarUn abrazo Manuel y que pases una estupenda semana.
Nunca te enviarè una carta por si acaso la publicas. Mejor en directo y sin grabadoras. jejeje
ResponderEliminarSigue contandonos tu diario!!
No me cojas mania eh!!!
Los diarios son muy atrayentes, de veras!!!
Besos, hoy estoy asi de sonriente
Gracias por compartir tus cromosomas de luz. Besos.
ResponderEliminar¡Qué belleza de historia, tan bien contada! Cumplir 60 años y sentir la necesidad de hacer partícipe a tu amor de juventud.
ResponderEliminarMe ha emocionado porque me he sentido tan reflejada... Y es que todos somos muy parecidos.
Saludos, Manuel.
Seguiré viniendo a tu rincón.
Todo esta historia es belleza: desde el almario (me ha encantado esta posibilidad de guardar en el alma todo lo que consideramos que merece la pena), los celos retrospectivos, la descripción de aquella chica francesa en la España de entonces, con los chicos o pretendientes que la deseaban y el final de este amor, además de como intentamos recuperar parte del pasado como expiación de una culpa.
ResponderEliminarun abrazo
:))