Tres tardes con Fidel Castro III
(foto tomada por el autor en La Habana)
Las horas Contadas
Coletilla
De regreso al Hotel Nacional practico la autocrítica y me lamento de no haber sido capaz de llevar al facundo de Fidel al huerto de sus gustos en materia de cine, literatura, gastronomía y otros dominios. Sobre mujeres, por ejemplo.
Finalmente me
absuelvo de mi pecado, ya que en nuestra plática mano a mano ha pasado algo que
merece la pena ser contado.
Sin embargo, la jodida culpa no ceja y me echo en cara no haber rebajado los humos al Comandante cuando se pavoneaba por el triunfo de la izquierda en América Latina. Lo cierto es que no encontré el modo y manera de meter baza en su soliloquio y tratar de explicarle al barbudo que hay tantas izquierdas como países. Ya se sabe que no tiene mucho que ver el color ni la estatura con las cosas del querer; y que la izquierda chavista de Venezuela, se parece como un huevo a una castaña a la de Bachelet en Chile. Ni ésta a la populista de los Kirchner en Argentina. En Colombia han inventado una cosa, el Polo Alternativo Democrático, que recoge desde la socialdemocracia clásica al comunismo irredento. En Perú Alan García lidera un partido de vieja estirpe izquierdista y está diciendo ahora a los peruanos que lo importante es cazar ratones. Rafael Correa en Ecuador es más nacionalista que izquierdista.
Frente al reformismo criollo se alzan los líderes de un indigenismo que se siente explotado tanto por los españoles de la conquista como por sus descendientes los criollos. Así el boliviano Evo Morales y el nicaragüense Daniel Ortega. Al guatemalteco Álvaro Colom y al costarricense Oscar Arias, no sé ni dónde ponerlos. Tabaré en Uruguay y Lula en Brasil parecen más bien izquierdistas de lo posible.
¡Para qué iba yo a amargar la tarde al Comandante dándole una lección que maldita la gracia le hubiera hecho! ¿Cuánto va que me hubiera mandado a hacer leches? Otrosí digo. En la práctica, ni en Venezuela, ni en Bolivia, ni en Ecuador, ni en Guatamela, sus gobiernos han traspasado los límites de un capitalismo de Estado. Esto es, de lo que Castro llamaría, si fuera sincero y coherente, un “orden burgués”.
Lo que si comenté a mi ilustre confidente, fidelísimo leedor de novelas de espionaje, fue que Smiley, el personaje de John Le Carré, ya se quejaba en plena guerra fría de que habíamos renunciado a demasiadas libertades para ser libres y que ahora tenemos que recuperarlas.
Pero Fidel anda en su Babia de buen revolucionario heredero del buen salvaje y ve las cosas por tela de cedazo.
Sin embargo, la jodida culpa no ceja y me echo en cara no haber rebajado los humos al Comandante cuando se pavoneaba por el triunfo de la izquierda en América Latina. Lo cierto es que no encontré el modo y manera de meter baza en su soliloquio y tratar de explicarle al barbudo que hay tantas izquierdas como países. Ya se sabe que no tiene mucho que ver el color ni la estatura con las cosas del querer; y que la izquierda chavista de Venezuela, se parece como un huevo a una castaña a la de Bachelet en Chile. Ni ésta a la populista de los Kirchner en Argentina. En Colombia han inventado una cosa, el Polo Alternativo Democrático, que recoge desde la socialdemocracia clásica al comunismo irredento. En Perú Alan García lidera un partido de vieja estirpe izquierdista y está diciendo ahora a los peruanos que lo importante es cazar ratones. Rafael Correa en Ecuador es más nacionalista que izquierdista.
Frente al reformismo criollo se alzan los líderes de un indigenismo que se siente explotado tanto por los españoles de la conquista como por sus descendientes los criollos. Así el boliviano Evo Morales y el nicaragüense Daniel Ortega. Al guatemalteco Álvaro Colom y al costarricense Oscar Arias, no sé ni dónde ponerlos. Tabaré en Uruguay y Lula en Brasil parecen más bien izquierdistas de lo posible.
¡Para qué iba yo a amargar la tarde al Comandante dándole una lección que maldita la gracia le hubiera hecho! ¿Cuánto va que me hubiera mandado a hacer leches? Otrosí digo. En la práctica, ni en Venezuela, ni en Bolivia, ni en Ecuador, ni en Guatamela, sus gobiernos han traspasado los límites de un capitalismo de Estado. Esto es, de lo que Castro llamaría, si fuera sincero y coherente, un “orden burgués”.
Lo que si comenté a mi ilustre confidente, fidelísimo leedor de novelas de espionaje, fue que Smiley, el personaje de John Le Carré, ya se quejaba en plena guerra fría de que habíamos renunciado a demasiadas libertades para ser libres y que ahora tenemos que recuperarlas.
Pero Fidel anda en su Babia de buen revolucionario heredero del buen salvaje y ve las cosas por tela de cedazo.
Yo lo pasé bien
con él. Mejor que si hubiera dedicado tres tardes de mi vida a Bush, Merkel,
Aznar o Blair. Dicho sea aunque me esté mal el comparar.
-Fin-
"....un indigenismo que se siente explotado tanto por los españoles de la conquista como por sus descendientes, los criollos"
ResponderEliminarUn tema tan cierto como poco profundizado.
Habla de una tendencia a la " exclusión".
La comunidad Quom ha sufrido en los últimos tiempos un "destrato" desalentador.
Un abrazo.
Bueno, Fidel es ciertamente, un personaje insoslayable de la historia del siglo 20.
ResponderEliminarPero preferirìa entrevistar a Bush, y me llevo un lanzallamas escondido.
Todavìa no entiendo como esquivò aquel zapataso, que le tiraron.
Un abrazo.
Delicioso. Ingenio y justicia poética de la mano Manu. Besos.
ResponderEliminarAdmiro la facilidad de inventar con tanta convicción.
ResponderEliminarHasta pronto
El comandante te sirvió un buen caldo histórico-gallego-revolucionario. Que mala es la edad con un poco mas de tiempo hubiese convertido Cuba en esa Isla del Fin del Mundo, con pterodáctilos incluidos.
ResponderEliminarUn abrazo Manuel Maria.