Al ocaso
(El Bosco. Fragmento de El jardín de las delicias)
Al ocaso,
torpe ya el ojo de mi perra,
el viejo sapo se ducha bajo el chorro
de la manguera del holgazán jardinero.
Parece que todos dormitan
sueños milenarios.
La brisa de lejanos montes
mitiga el calor del santo día.
Hoy, también, el sol se pone.
¡Menos mal!
(ilustración A. Sinobas)
Miradas torpes, sueños que no se cumplen, voces equívocas; al final la brisa se lo lleva todo y nos queda una fresca sensación sobre el rostro.
ResponderEliminarMuy buen poema, Manuel. Te echaba a faltar.
Salud
Francesc Cornadó
Siempre se vuelve a poner y siempre sale, afortunadamente.
ResponderEliminarBesos
P.D. Hay que ver la cara de mala leche que tiene el sapo, vamos que me dicen que le doy un beso y me sale Kevin Costner y me lo pensaría dos veces.
El poema me encanta.
ResponderEliminarPero ese sapo, tiene malas intenciones.
Un abrazo.
Have a SUPER weekend!
ResponderEliminarUn poema hermoso que transmite mucho sosiego y esperanza.
ResponderEliminarSalud!
Esa cotidianidad maravillosa que nos permite morir un poquito cada día. Muy bonito.
ResponderEliminarUn saludo
Mucha paz,al leerte.
ResponderEliminarBesitos.
No he reconocido al autor de la pintura, es un fragmento que apenas lo representa, me despistó la falta de hombres y mujeres en ese jardín.
ResponderEliminarEn tu poema el día parece abrasador, hay alguien en la hamaca y el agua donde se ducha el anfibio es fresca, el astro rey nos dice que no saldrá para todos y el jardinero no es holgazán es que el calor nos vuelve vagos.
Un abrazo muy ceñido.
Pesa tanto la mirada tórridamente inflexible sobre uno... Besos.
ResponderEliminarPero volverá a amanecer, Manuel, volverá a hacerlo...
ResponderEliminarBesos
El sol se pone en el ocaso cada día, para dar paso a la luz de luna y refrescar la noche con la brisa nocturna que corre por los campos abrasados por el sol ardiente del verano.
ResponderEliminarLas ranas, chicharras y los grillos cantan y cantan sin parar y rompen el silencio de la noche. Se puede oler las flores y a sueños.
Me encanto leer el poema amigo Manuel.
Un abrazo de MA para ti.
Original, sí que es el poema...¡Corcho! ¿Me estaré volviendo insensible al ojo torpe de la perra que no sé por dónde quieres ir? ¿Qué le ha vuelto holgazán al jardinero? Saco en claro que no tuviste un buen día y la brisa que te llega de los montes es metáfora de alivio. Por eso ese respiro final al despedir al sol.
ResponderEliminarSiento no seguirte facebook. Complicado para mis neuronas algo maltratadas pero por lo menos esto de los comentarios aquí, lo arreglé con la otra neurona que me queda espabilada.
Venga, hasta otra.
Que no...que no pienses en el ocaso, que ya lo he cogido. Ocaso es no sentir el chorrico cansino de la fuente; el brote de las yemas de las plantas; la presión en tu mano de la otra mano cómplice...Échale colirio al ojo de tu perra y vivid en paz y alegría lo que queda por delante aunque el sol nos deje a oscuras cada atardecer.
ResponderEliminarVenga, que ya he puesto a desfilar mis neuromas...
Pasa alguna vez por mi blog......¡Todo optimismo y recuerdos alegres.
Amigo Manuel, original poema. Encantada de conocer tu blog y tener una especial relación contigo, ya que eres mi seguidor número 100¡¡¡¡ No me lo puedo creer. Siempre pensé que lo cerraría a los dos días... Hay gente pató. Besos.
ResponderEliminar¡Cántame otro! pero este al oído entre susurros
ResponderEliminarMás besos
"el sapo es un animal comprendido entre los barruntadores de lluvia". Si es así, espero que llueva pronto, lo necesitamos.
ResponderEliminar:)
Me encanta ese cuadro; me perdería ( me pierdo, de hecho) en él cada vez que lo puedo ir a visitar...
ResponderEliminarNada es eterno, Manuel.
Ni lo bueno ni lo malo.
Un beso de princesa ( o dos).
Los sueños milenarios me acompañan muchas noches, y son preciosos.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por la visita.
Un poema muy pictórico del vida cotidiana...bellamente enlazado y que nos hace reflexionar..."No hay nada nuevo bajo el sol"...
ResponderEliminarEncantada de seguirte en este blog...