(fotos de Masao Yamamoto)
Cuando nuestras miradas se encontraron, las fuerzas nos abandonaron, nos abrazamos y ella apretó su rostro contra mi pecho, y se echó a llorar; mientras besaba su cara, sus hombros y sus manos mojadas de lágrimas, -¡oh, qué infelices éramos los dos! –yo le declaré mi amor y, con un dolor punzante en el corazón, entendí qué vano, mezquino y engañoso era todo lo que nos había impedido amarnos. Comprendí que cuando uno ama, al razonar sobre ese amor, hay que partir de algo superior, más importante que la felicidad o la infelicidad, el pecado o la virtud entendida en su sentido corriente, o bien no juzgar en absoluto lo que sentimos.
La besé por última vez, estreché la mano, y nos separamos para siempre…
Título original: O
liubvi (Del amor), publicado por primera vez en la revista Russkaya misl, 1898, Nº VIII,
con la firma de "Antón Chejov".
me partiste el corazon...triste y bella historia de amor, feliz miercoles para vos!
ResponderEliminarEL BENDITO AMOR TAMBIÉN ES ASÍ.
ResponderEliminarUN ABRAZO
"... para siempre...".
ResponderEliminarQue sabe uno?
Para siempre. Nunca.
Que sabe uno?
Un abrazo.
Para leerlo con la piel, no con los ojos. Gracias por compartirlo. Saludos van!
ResponderEliminara mí también me lo partiste en cachitos, ¡¡Qué de llorar con está historia!! Triste es el adios en una pareja. Sera que no estamos diseñados a vivir en pareja y la humanidad no se ha dado cuenta. Ya vez que nunca falta un pelo en la sopa en el matrimonio. Saludos.
ResponderEliminarAll'alta fantasia qui mancò possa;
ResponderEliminarma già volgeva il mio disio e'l velle,
si como rota ch'igualmente è mossa,
l'amor che move il sole e l'altre stelle
Dante lo dejó estampado.
Salud
Francesc Cornadó
Es un hermoso texto el que nos traes. Y sí, la vida demasiadas veces nos roba tantas cosas...
ResponderEliminarBesos
Que tristeza ser infelices en medio de una declaración de amor
ResponderEliminarNoooo!! es muy triste......
ResponderEliminarEl amor no sabe de razones.
Ojalá hubiese otro final!
Besitos.
Lees el texto y te mueres de pena pero fueron muy honestos y sinceros al calcular antes de decidirse, ella era casada y con hijos, no sé si feliz o no. Ninguno creyó en la relación futura aunque no les faltara la fe en el otro, fue un tipo de relación con mucho sentido común en la que no se dejaron llevar por un avenate, también es verdad que tanto quisieron racionalizar y controlar todo, que al final no fueron dueños de nada.
ResponderEliminarUn abrazo Manuel. Que tengas buen día