(foto actual del estado de abandono de Los Cipreses) A mí me gusta la tierra de labranza tanto si es de pan llevar, como si es de vega. En la Granada de ahora ya no queda vega, pues gente sin escrúpulos ha sustituido los pimientos, habas y berenjenas por edificios altos, malos y muy requetefeos. Me cuesta ir a Granada pues a ella llego melancólico, en ella me vuelvo iracundo, los recuerdos de mis muertos me persiguen y, dos o tres días después, tengo que salir de allí o hinco el pico. − ¿A qué huele lo sagrado? pregunté al poeta haijin. − Lo sagrado huele a este mundo, me contestó. ¿A qué huele hoy la Vega de Granada? A nada. Promotores, constructores, Ayuntamientos y otras autoridades han echado a perder aquellas tierras que fueron hermosas ¡Qué bella era aquella finca de mis abuelos! Los Cipreses, bellos y altos, de tanto mirar al cielo...