La gorda del barrio
(el autor, en su época de barman en una casa de citas) Anoche fui testigo de una concatenación de acontecimientos miríficos. En el restaurante La Trainera me cuentan que el edificio de la calle de Lagasca número 53 está sometido a un expediente de declaración de ruina, cuyo detonante final se debe a la caída, a plomo, de una señora que vive en el primer piso, cuando estaba sentada en la taza del retrete. No se sabe si para aguas mayores o menores. Testigos presenciales aseguran que la dama, que pesa 140 kilos de los de báscula alemana, apareció, in púribus, encastrada en el inodoro en mitad de la Droguería Ponce en ese momento atestada de clientes, por ser la hora de mediodía. Cayera por su propio peso o por la ley de la gravedad, el caso es que la vecina fue hospitalizada. Despachada la cena, salgo del restaurante y héteme aquí que encuentro cortado el tráfico de la calle Lagasca por dos coches patrulla de la Policía Municipal, dos ambulancias del Samur tamaño king siz