Romance de Ayala
(foto del autor)
Cerrojos de hambre y espinas,
tristeza de Carmelitas,
allá en tu Ayala amanecen,
mientras mi alcoba se crece
helándome el corazón.
¡Qué lejos te llevaría!
¡Si pudiera, vida mía!
Pasión y emoción cedieron
ante el yerro de razón
y mudaron en estatua
los gestos del corazón.
¡Oh Carmelitas descalzas
devolvedme el mío amor!
Sola y muda ya me deja
Solo y mudo ya marchó.
¡Déle Dios buen galardón!
Muy místico el poema, lleno de amor y dolor.
ResponderEliminarAbrazos fraternos de MA y feliz día.
Un poema muy sacro para estos dias de Noviembre. Enhorabuena
ResponderEliminarun abrazo
fus