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Mostrando entradas de julio, 2015

Relatos desiguales

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XENÓFOBOS                                                  (el autor en verano) Pagué mi copa de Albariño y salí por patas. La gota que colmó el vaso de mi paciencia la puso el más gordo de los xenófobos que se acodan en la barra de Sanxenxo y pagan con billetes de 500€ conseguidos practicando el noble oficio de poner ladrillos, corromper a los corruptos, y timar e hipotecar a un par de generaciones de paisanos y naturalizados. El cochino que me hartó no quería oír hablar de soluciones y programas de formación para los que han tenido que dejar todo en sus países de nacimiento y se han venido aquí para cuidar de nuestros padres, de nuestros nietos, de nuestras alcachofas y recoger nuestra mierda urbana. Dijo: - Yo no quiero soluciones, ni ayudas. Simplemente quiero que se vayan todos. Salgo del antro racista y se lo cuento a la dueña de la papelería, a quien llamo Carlina, por la cosa de la marca de su franquicia. Me dice: - Usted no sabe lo que tengo que aguantar en mi tienda.

Relatos de la lluvia de julio

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EL TAXISTA NUESTRO DE CADA DÍA            (foto del autor en Zürich) Hoy me toca uno de Albacete que vive en Azuqueca de Henares. Se declara contento con su taxi y me pide ayuda para identificar un buen trayecto. Debo tener cara de gepeese. Es un hombre grandón y un poquillo tartajilla. Sin mucho circunloquio me cuenta lo que él llama su único problema. El hombre se ha construido una piscina en su chalecito. La piscina es irregular, como el propio terreno, y mide diez por ocho por siete y por cinco metros. El hombre grande no sabe nadar y por ello el agua de su alberca le llega a la altura del gaznate. Su mujer es una flaca bajita y bucea y todo en la piscina. Aquí viene el problema. La familia de su mujer se presenta sin avisar, un fin de semana sí y otro también, para disfrutar de los placeres de la charca. Y de los otros, porque el buen taxista me cuenta que también corren a su cargo las viandas para la barbacoa y la bebida para la panza. Ahora viene lo peor. Los retoñ