Relatos desiguales
XENÓFOBOS (el autor en verano) Pagué mi copa de Albariño y salí por patas. La gota que colmó el vaso de mi paciencia la puso el más gordo de los xenófobos que se acodan en la barra de Sanxenxo y pagan con billetes de 500€ conseguidos practicando el noble oficio de poner ladrillos, corromper a los corruptos, y timar e hipotecar a un par de generaciones de paisanos y naturalizados. El cochino que me hartó no quería oír hablar de soluciones y programas de formación para los que han tenido que dejar todo en sus países de nacimiento y se han venido aquí para cuidar de nuestros padres, de nuestros nietos, de nuestras alcachofas y recoger nuestra mierda urbana. Dijo: - Yo no quiero soluciones, ni ayudas. Simplemente quiero que se vayan todos. Salgo del antro racista y se lo cuento a la dueña de la papelería, a quien llamo Carlina, por la cosa de la marca de su franquicia. Me dice: - Usted no sabe lo que tengo que aguantar en mi tienda.