Sin pijama y sin recuerdos (capítulo sexto)
(foto del autor) Sin pijama y sin recuerdos (capítulo sexto) Salí a la calle como las putas de los edificios de apartamentos por horas, con el neceser en la mano y llamando un taxi a grito pelao . En el neceser no iba lo preciso para atender mi compostura y aseo, sino un convoluto lleno de unos billetes de quinientos nosequé cada uno. Una fortuna, me dijo el director del manicomio al despedirse de mí con un guiño. Yo lo hice con una pregunta: - ¿Quién tiene mi ropa interior? ¡Qué calle más rara! Sin aceras con arbolitos en sus alcorques para que meen los perritos, ni edificios medianeros unos de otros para conformar cuadras regulares. ¡Qué ciudad más rara! No me suena de nada. Ganas me dan de volverme a la cama. Un taxi se digna parar. Le digo a su conductor que me lleve a la avenida del Libertador esquina a Los Jabillos, edificio Junín en la urbanización La Florida. Vuelve a mí su cara de piña y pregunta: -