Suspiros de Keaton


Suspiros de Keaton                               

Hay algo que prefiero claramente de Keaton sobre Chaplin: sus últimas palabras antes de morir


No es fácil olvidar el día en que se llora de risa por primera vez. Yo tenía 11 años y descubrir eso, que se podía llorar de risa, fue uno de los hallazgos más agradables de mi infancia. Me sucedió con unos cortos de Charlot. Enseguida lo volví a lograr con Siete ocasiones, de Buster Keaton. Y, más tarde, con Luces de la ciudad, Tiempos modernos, El cameraman o El maquinista de la General. A ambos, Chaplin y Keaton, les guardo un cariño reverencial y me resulta absurda esa especie de necesidad de mojarse por uno u otro, al estilo de a quién quieres más, a papá o a mamá, a los Beatles o a los Rolling. El próximo año hará 40 años de la muerte de Charles Chaplin y este mes se han cumplido 50 sin Keaton.
Sí que hay algo que prefiero claramente de Keaton: su último suspiro. Las últimas palabras antes de morir es un género en el que parecía que no se podía llegar más lejos que el padre de Joaquín Sabina, cuando, ante su hijo, soltó aquella maravilla: “¿De dónde sacarán el dinero las diputaciones?”. Pero una noche, Enrique Vila-Matas, el Buster Keaton de los escritores, me hizo llorar de risa con una historia que luego recogió en El traje de los domingos. En su lecho de muerte, rodeado de sus seres queridos, Keaton permanecía impasible, cómo no. Alguien dudó: “¿Estará muerto?”. Otro, dijo: “Tócale los pies. Los muertos siempre tienen los pies fríos”. Entonces, Keaton pronunció su última obra maestra: “Juana de Arco, no”. A continuación, expiró. He ahí un hombre que, hasta, literalmente, el final, se mantuvo a la altura de sí mismo.
El País 11 de febrero 2016.

Comentarios

  1. Siempre he pensado que reír y llorar a la vez es como cuando llueve y hace sol al mismo tiempo. Y entonces sale el arcoíris.

    ResponderEliminar
  2. Es un arte para unos pocos, hacer reír y hacer llorar.
    Los buenos y viejos artistas son maestros de hacernos reír y llorar.
    Se ríe y llora uno de felicidad y se llora de infelicidad.
    Un abrazo.
    MA.
    El blog de MA.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sólo queda tres cosas: el desnudo, la obra y la muerte.
      Abrazos.

      Eliminar
  3. Dos genios.
    Como no hay dos sin tres, me gustaría incluir también a Harold Lloyd, que nos dejó un 8 de marzo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Pienso que l@s comentarist@s preferirán que corresponda a su gentileza dejando yo, a mi vez, huella escrita en sus blogs, antes bien que contestar en mi propio cuaderno. ¡A mandar!

Entradas populares de este blog

Antiguo muchacho

Granada: Casería de Los Cipreses. Recuerdos en azul y blanco.

¿Por qué escribe usted?